A esto se suma mi admiración por la gente que sabe escribir bien, y él lo hace bastante bien. No es escritor, pero esto técnicamente hablando. He leído muchas cosas que obtienen premios y no se porqué. Aunque él recibió el premio a uno de los mejores blogs del periódico 20 minutos, asi que al menos esta vez se ha hecho justicia. Odiado por unos, y amado por otros ,es lo que tiene a veces el escribir opiniones personales sobre determinados asuntos. A mi desde luego que me encanta porque me recuerda a cuando yo vivia en Madrid y tenia que coger el metro o el autobus y me imaginaba - e inventaba- la vida de las personas que veía a mi alrededor.Él hace lo mismo desde su taxi -su profesión- desde el cual escribe bellas historias como la de a continuación:
Un marido o una mujer o una madre o un padre o un hermano cocinando algo distinto cada día, para no repetirse: mañana tortilla porque ayer hubo pescado, metiendo esos Tupper ya elaborados en la nevera, junto a los yogoures que también cogerá y la bolsa isotérmica fuera, sobre la encimera.
Tiendo a suponer que algunas parejas recortarán la fruta con formas varias (un corazón o una cara sonriente uniendo kiwis y fresas) o dejarán notas dentro de cada Tupper para sorprender al que lo abre: Un te quiero distinto cada día sobre los muslos de pollo, o un eres muy linda entre las hojas de lechuga de la ensalada sin aliñar.
He metido el sandwich y la ensalada en sendos Tuppers, así como un par de notas escritas por mí (no os diré lo que decían por preservar mi intimidad) y luego he aparcado mi taxi en un parque de una zona empresarial y me he sentado en un banco distinto al del resto de los comensales allí esparcidos. Al abrir mi primer Tupper he sacado la nota, despacio, y al leerla he sonreído para que los demás supieran que a mí también me habían preparado la comida.
Primero me he comido la ensalada, bien despacio, luego el sandwich (estaba asqueroso, pero por motivos obvios he fingido lo contrario), luego la manzana y, después de recogerlo todo y meterlo en la bolsa, he permanecido un rato al sol. Diez minutos después he mirado el reloj como si yo también tuviera hora de entrada al trabajo y me he marchado.
Aquella escena me ha hecho sentir bien de verdad. Puede que lo repita en un parque distinto, o en ese mismo a la misma hora, ¿por qué no?"
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